28.3.08

NI CON LOS TERRATENIENTES NI, CON CRISTINA


La torpeza política del gobierno de Cristina Fernández fue generalizar las medidas a todos los sectores sin diferenciar sectorial y regionalmente los impuestos e incentivos.

Es una ficción creer que la Sociedad Rural y la CRA, de los Grobocopatel, los Fortabat, los Cargill y Bunge y Born, los pool sojeros y las grades comercializadoras, el pequeño chacarero saldrá favorecido. La Federación Agraria debe romper con los grandes capitalistas y terratenientes.

Para facilitar el fortalecimiento de las economías regionales diversificadas y la pequeña propiedad hace falta tomar medidas básicas como la diferenciación de impuestos según región, tamaño y sector agrícola. Control estatal de los precios y la producción de insumos básicos para impedir la suba de precios que imponen las grandes firmas de agroquímicos y fertilizantes, precios sostén para asegurar rentabilidad mínima al pequeño productor. Promoción a la formación de cooperativas agrícolas para multiplicar la productividad, y otras medidas de fomento, aseguradas con fondos provenientes de las retenciones.

Esto es indispensable políticamente para ganar base social de cualquier proyecto popular que enfrente a la burguesía terrateniente.

  • DECLARACIÓN COMPLETA de Praxis
  • 14.3.08

    una persona de derecha también tiene sentimientos: (mi abuela me quería)

    votamos a macri -yo no, vivo en la plata- porque va a poner muchos policías en la calle,
    porque es lindo y por la policía en la calle y por su gestión en la presidencia de boca juniors.

    si mi abuela viviera, hubiera votado a macri de habrese mudado a la ciudad autónoma. ella vivía en bahía blanca, donde se mudó definitivamente cuando sus hijos se instalaron allí una vez que hicieron su vida. después de masticar tierra toda la vida en río negro.
    y se hubiera muerto otra vez de ver en lo que nos transformamos. en la clase de mujeres que somos ahora. por las formas en las que pensamos y cómo nos relacionamos con los hombres y las mujeres.

    mi abuela me quería. nos quería, pero de verdad, pasaba minutos con la boca abierta en una posición incómoda, proque yo era dentista. porque a mi me gustaba mirar sus muelas amarrillentas, e imaginar lo que sea que me imagianara. me compraba chocolates, a mí y a mis hermanas, con su pequeño sueldo de jubilada de ama de casa.

    y mi hermana, la más menor -que poco la recuerda- despotrica; porque mi abuela despotricó en contra del voto femenino, porque las mujeres qué sabemos de nada. despotrica, porque ella quería que volviese la dictadura, porque las cosas estaban más ordenedas en esa época.

    si mi abuela viviera, quizá no se hubiese muerto de nuevo, pero hubiera preferido tener nietos varones o nenas más decentes. y por supuesto se habría empeñado en curvar la realidad, asi asi asi... para que la comba le dé el reflejo que ella necesita, para que coincidan las imágines de esos bebés que se estaban bautizando aquel día con nosotras. para que entremos sobre la mesita de luz y seamos las mujeres que debemos ser.

    13.3.08

    mi hna la más pequeña


    ni una mariposa,
    ni una mantis religiosa,
    ni menos que mé
    la polilla gigante que entró a la habitación

    ella me habla de animales superiores
    como el hipopótamo
    o las ovejas de lana negra:
    ni hablar de odiar a los pájaros que cantan por la noche

    y así va otra de esas
    verdades autoevidentes,
    que como todo lo que sentencia
    está fuera de discusión.

    6.3.08

    ¿macondo? o la muerte del realismo mágico



    mirar por la ventana: imaginar el paisaje como el lomo del perro que se sacude y deja volando minúsculas partes de si. pequeñísimos fragmentos de celulas muertas, caspa y tierra.
    así se ve al lluvia desde mi ventana. lluvia infame. vida infame.
    un año, seis meses y catorce días después me encuetra la ventana mirando otra vez.

    de todas maneras uno se acostumbra al perfume del agua en las sábanas, la textura de la ropa, la cara de la gente en la calle, los zapatos inundados, el pelo del perro mojado.
    a lo que uno no se acostumbra es a la falta de espejos, o de caricias. a las peleas constantes, a los quirófanos, los medicos y todo su séquito inoportino de ambos y etecéteras.

    levantarse, tomar el té, leer a los amigos escritores de siempre, mirar por la ventana. repensar la vida como un cúmulo de ejercicios de costumbrismo textuales y metatextuales.
    la narración como una sucesión en el tiempo y espacio; no como la lluvia que flota liviana en el éter; no como los pelos de buda que todavía quedan en la frazada roja; o la cuenta de los días: un año, seis meses y catorce días.